Lugar de salida: Aparcamiento en la pista
Objetivo: Peña Rueba
Desnivel positivo acumulado: 520 metros
Distancia y tiempo empleado: 5,6 km en 4h30' (con paradas)
Archivo GPS (con el recorrido): TrackGPS de la actividad
Domingo, 27 de mayo de 2012.
Para subir a Peña Rueba hace falta material de escalada, o se sube escalando por cualquiera de las vías de escalada, que hay en todas sus vertientes o se debe tirar de disipador. Peña Rueba tiene dos ferratas; una al oeste, la de Portillo Varela y otra al sur, la de La Mora. He de decir que la cercana ferrata de Riglos me resultó mucho más interesante.
Para llegar a la zona de aparcamiento, se puede optar o bien por coger el desvío a Agüero y tomar una pista a mano derecha que tras cruzar el GR-1, nos cambia de pista y nos lleva a la zona, antes de llegar se ven los coches y nos es fácil elegir donde dejar el coche, antes o después de una pronunciada curva. O bien podemos llegar hasta Murillo y coger la pista marcada para la ermita de la Virgen de Liena, para en unos cientos de metros desviarnos a la derecha, esta pista más pedregosa nos llevará primero junto a dos balsas de riego y después a los pies de Peña Rueba. (En el track de la actividad he dejado los dos itinerarios de acceso, nosotros fuimos por el de Agüero y bajamos hacia Murillo, nos resultó más cómoda y con mejor firme la subida desde la carretera de Agüero).
Es una buena actividad, muy completa y con magníficas vistas, pero para mi gusto las ferratas son discretas.
Jorge y yo, salimos de los coches, vamos en dirección a Cueva Calva, y justo llegando podemos ir hacia la derecha para subir por la ferrata de La Mora o bien a la izquierda, como hicimos nosotros para ir a la ferrata de Varela Portillo.
La aproximación a la ferrata oeste (Varela Portillo) es larga, más de una hora, se hace siguiendo la dirección de los triángulos amarillos, y primero nos lleva bastante a la izquierda para luego girar la la derecha para buscar la faja Varela Portillo.
Después de la pequeña faja, vemos a lo lejos una V característica con un impresionante espolón a la derecha.
Para llegar al pié de la ferrata, hay que remontar una incómoda pedriza hasta unos metros antes del collado del espolón, y sin perder de vista los mojones, localizar el comienzo de la ferrata.
Un primer tramo de cable de vida y un par de grapas nos dejan al pié de un tramo bastante vertical, con pocas grapas y bastante alejadas. El cable de vida (quizá demasiado) se ve nuevo y en perfectas condiciones, y se nota que está bien instalado, con tramos cortos.
Tirando de brazos por las cadenas, buscando las mejores presas para pies y manos, y usando las escasas grapas, llegamos rápidamente al filo de la arista.
La cresta está equipada con cable de vida en los lugares más aéreos (yo creo que en exceso), nos lleva a una cómoda loma que nos deja en la suave y amplia cima de Peña Rueba.
Desde la cima, continuamos nuestro recorrido, vamos buscando la ferrata de La Mora, el cable de vida aparece en el momento justo, cuando la pendiente se acentúa.
De nuevo toca tirar de brazos para bajar hasta el pequeño collado en el que se puede optar por subir al pequeño mallo, que resulta ser un excepcional mirador sobre los Mallos de Riglos y todo el valle del Gállego.
De vuelta al collado, toca guiarse por las marcas (triángulos rojos y amarillos, según la dirección que optemos para la ruta) y los visibles hitos.
Cuatro o cinco tramos de cable de vida, en los puntos necesarios, y media docena de grapas nos dejan a pié de las paredes y tan solo queda encaminarse hasta Cueva Calva, para volver al punto del desvío y de allí al coche en unos minutos.
Para llegar a la zona de aparcamiento, se puede optar o bien por coger el desvío a Agüero y tomar una pista a mano derecha que tras cruzar el GR-1, nos cambia de pista y nos lleva a la zona, antes de llegar se ven los coches y nos es fácil elegir donde dejar el coche, antes o después de una pronunciada curva. O bien podemos llegar hasta Murillo y coger la pista marcada para la ermita de la Virgen de Liena, para en unos cientos de metros desviarnos a la derecha, esta pista más pedregosa nos llevará primero junto a dos balsas de riego y después a los pies de Peña Rueba. (En el track de la actividad he dejado los dos itinerarios de acceso, nosotros fuimos por el de Agüero y bajamos hacia Murillo, nos resultó más cómoda y con mejor firme la subida desde la carretera de Agüero).
Es una buena actividad, muy completa y con magníficas vistas, pero para mi gusto las ferratas son discretas.
Jorge y yo, salimos de los coches, vamos en dirección a Cueva Calva, y justo llegando podemos ir hacia la derecha para subir por la ferrata de La Mora o bien a la izquierda, como hicimos nosotros para ir a la ferrata de Varela Portillo.
La aproximación a la ferrata oeste (Varela Portillo) es larga, más de una hora, se hace siguiendo la dirección de los triángulos amarillos, y primero nos lleva bastante a la izquierda para luego girar la la derecha para buscar la faja Varela Portillo.
Después de la pequeña faja, vemos a lo lejos una V característica con un impresionante espolón a la derecha.
Para llegar al pié de la ferrata, hay que remontar una incómoda pedriza hasta unos metros antes del collado del espolón, y sin perder de vista los mojones, localizar el comienzo de la ferrata.
Un primer tramo de cable de vida y un par de grapas nos dejan al pié de un tramo bastante vertical, con pocas grapas y bastante alejadas. El cable de vida (quizá demasiado) se ve nuevo y en perfectas condiciones, y se nota que está bien instalado, con tramos cortos.
Tirando de brazos por las cadenas, buscando las mejores presas para pies y manos, y usando las escasas grapas, llegamos rápidamente al filo de la arista.
La cresta está equipada con cable de vida en los lugares más aéreos (yo creo que en exceso), nos lleva a una cómoda loma que nos deja en la suave y amplia cima de Peña Rueba.
Desde la cima, continuamos nuestro recorrido, vamos buscando la ferrata de La Mora, el cable de vida aparece en el momento justo, cuando la pendiente se acentúa.
De nuevo toca tirar de brazos para bajar hasta el pequeño collado en el que se puede optar por subir al pequeño mallo, que resulta ser un excepcional mirador sobre los Mallos de Riglos y todo el valle del Gállego.
De vuelta al collado, toca guiarse por las marcas (triángulos rojos y amarillos, según la dirección que optemos para la ruta) y los visibles hitos.
Cuatro o cinco tramos de cable de vida, en los puntos necesarios, y media docena de grapas nos dejan a pié de las paredes y tan solo queda encaminarse hasta Cueva Calva, para volver al punto del desvío y de allí al coche en unos minutos.